lunes, 23 de febrero de 2009

La "prestigiosa" Universidad Complutense de Madrid

Antes de terminar el bachillerato ya tenía claro donde quería estudiar. Siempre quise estudiar en "la complu", esa universidad de la que todos hablan maravillas, la gran universidad de Madrid en la que han estudiado tantas generaciones y que luce con orgullo su condición de universidad pública.

Mi inocencia me hizo pensar que la universidad de verdad era un estamento público que abogaba por la libertad a la educación y que no se detenía en nada que no fuera en pro de la cultura y su universalización. Sin embargo, la experiencia me ha mostrado el lado opuesto de la moneda. Detrás de la ilusión de tantos estudiantes se encuentra una universidad que, lejos de regirse por una política afable de ayuda al estudiante; parece que funciona como cualquier otra empresa. Como cualquier otra empresa parece estar dirigida por un empresario que solo busca el beneficio lícito, un beneficio que siendo lícito está lejos de ser ético.

Si menciono todo esto no es por otra razón que el cierre de Radio Complutense. Algunos pueden presumir de haber pasado años en esta radio. A mi pesar, yo solo puedo presumir de haber locutado durante un cuatrimestre; tiempo más que de sobra para darme cuenta que Radio Complutense es el punto de partida de cualquier estudiante de periodismo de "la complu".

Radio Complutense ha sido la primera parada de muchos profesionales de prestigio del mundo de la comunicación. Sin embargo, parece ser que las nuevas generaciónes de estudiantes de periodismo no gozarán de esa suerte.

Desde hace ya unos días las puertas de Radio Complutense están cerradas. Cerradas por quién nunca ha defendido esa radio. Dentro, tras esas puertas se ha quedado la ilusión de todos nosotros, de todos los que sí presumimos con orgullo de la radio de la universidad.

Aunque la ilusión se haya quedado dentro, las voces están fuera. Son las voces de 400 estudiantes que reivindican la reapertura de la radio, de su radio.

Quizá no nos escuchaba mucha gente. Quizá hablabamos al micrófono y a nadie más; pero si el día de mañana el periodismo cae aún más en descrédito y los profesionales de los medios no están cualificados, busquen responsables. Búsquenlos en la "prestigiosa" Universidad Complutense de Madrid.

http://radiocomplutenselibre.blogspot.com/

domingo, 16 de noviembre de 2008

Extremadamente duro

Viernes, 14 de noviembre. 20,30 h. Quedan dos horas para que comience uno de los concierto que "Extremoduro" ofrece en Madrid como final de su gira.

El Palacio de los Deportes es testigo de las chiquilladas de la policía en sus aledaños. Mientras algún hombre muere a navajazos o alguna muchacha es violada en algún otro recondito callejón de la capital sin encontrar consuelo a sus males ni ayuda de ningún agente de la autoridad, el Cuerpo Nacional de Policía destina a un gran número de sus efectivos a los alrededores del colosal edificio cercano al metro de Goya. ¿Por qué? No lo se. A pesar de llevar uniformes que simbolizan el poder ferreo de la autoridad, se dedican a jugar al perro y el gato con la buena gente que allí se encuentra sin hacer mal a nadie. Sin embargo, el Cuerpo Nacional de Policía parece ver con malos ojos que la gente se divierta de forma pacífica y limpia.

En mi mano derecha llevo un vaso de mini cargado de hielos, vino y Coca-Cola. En mi mano izquierda una bolsa con más hielos, más vino y más Coca-Cola. Nunca pensé que cargar con estas cosas fuera motivo de tanta discordia. Miro a mi mini otra vez para ver si consigo adivinar donde esta el motivo de que tenga que estar "huyendo" de la policía. Sin embargo, en mi estructura mental sigue sin encajar esa pieza. En la superficie líquida del contenido del vaso yo veo una inofensiva diversión, las ganas de pasarlo bien y todo lo bueno y bello de la vida; lo que llevaba esperando toda la semana y lo que me hace sonreir después de cinco días de estudio y dedicación a mis obligaciones como ciudadano. "Ellos" deben de ver todo lo malo del etanol, a los escasos indeseables que no saben beber sin montarla y a los que luego lo dejan todo tirado por las calles ensuciando todo lo que tocan.

Poco a poco se va despejando mi mente y veo la claridad, ya va encajando la pieza: Pagan justos por pecadores. Aún así, seguimos escapando de los numerosos efectivos de la policía; la misma policía de la que se acuerda la muchacha que están violando y el hombre al que están cosiendo a navajazos. Mientras unos cuantos jóvenes reciben multas por beber de manera pacífica en la calle, un violador y un asesino salen indemnes de sus fechorias.

Maldito sistema injusto.